jueves, 30 de octubre de 2008

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Gote', el perro yonqui del Retiro

  • Si se trata de una cantidad pequeña, los efectos en el animal son los mismos que podría causar una borrachera
'Gote', un perro de raza Jack Russell de algo más de un año en la jaula-UVI (Foto: Begoña Rivas)

'Gote', un perro de raza Jack Russell de algo más de un año en la jaula-UVI (Foto: Begoña Rivas)

MADRID.- Un Jack Russell de un año se debate entre la vida y la muerte tras haberse comido una galleta de hachís en el Retiro, donde el menudeo de droga es habitual. Los casos similares se acumulan en las clínicas veterinarias

El pasado jueves 16 de octubre, Gote, un Jack Russell de poco más de un año de edad, paseaba tranquilamente por el parque del Retiro. Eran las 18.00 horas y nada le hacía pensar a su dueña, María Luisa, que pocas horas después su perro estaría debatiéndose entre la vida y la muerte. Porque esa galleta que en un momento dado Gote encontró en medio del césped y que ingirió a toda velocidad «no era una galleta de la marca Oreo», como pensó en un principio María Luisa. Era un trozo de hachís que los vendedores de droga del parque se habían quitado de encima al ver que pasaba la Policía.

«Cuando me di cuenta de que se estaba comiendo algo, intenté quitárselo, pero nunca pensé que se tratara de una cosa que le causaría tanto daño», recuerda ahora María Luisa con algo de remordimiento. Porque apenas volvió a pisar su casa, Gote empezó a actuar de manera extraña: sufría convulsiones, se le habían dilatado las pupilas y apenas podía mantenerse en pie porque se le doblaban las patas. Parecía tener los síntomas de una sobredosis por consumo de estupefacientes, diagnóstico que le confirmaron a María Luisa en el Centro Veterinario Arturo Soria, donde fue ingresado el perro. Allí nadie se sorprendió por el estado de Gote: estas intoxicaciones son algo habitual en Madrid.

«Nos llegan muchos canes con los mismos síntomas desde distintas zonas de la región», explica el veterinario Javier Bellvés Jiménez, el encargado de salvar la vida a Gote. «Vienen muchos perros del parque del Retiro y de varios puntos verdes donde es conocido por todos que se trapichea con droga. También acuden gatos, aunque estos son más selectivos y suelen intoxicarse con marihuana», comenta Bellvés, que destaca lo duro que es para un animal consumir sustancias psicotrópicas.

«Si se trata de una cantidad pequeña, los efectos en el animal son los mismos que podría causar una borrachera y le duran uno o dos días. Lo peor es cuando la cantidad es mayor. Entonces pueden darse casos de hipertensión, problemas en la vasodilatación o, por ejemplo, en el caso de la cocaína, hemorragias en los capilares», señala Bellvés. Aunque uno de los problemas principales es cuando la droga viene envuelta en plástico que, posteriormente, corre el riego de quedarse pegado en el estomago del animal, causándole una intoxicación constante.

En el caso de Gote, la ingesta de hachís le ha provocado una meningitis y su supervivencia no está asegurada. «Es un perro que ha tenido mucha mala suerte. Primero sufrió un accidente doméstico, luego tiene los problemas que le han causado el consumo de drogas y ahora se le suma la meningitis. Padece un cuadro grave», apuntó Bellvés.

La segunda vez

«Gote está luchando por sobrevivir, pero, ¿y si en vez del perro hubiera sido un niño el que jugando lo hubiera consumido? La dosis probablemente le hubiera matado. La Policía no hace lo suficiente para evitar el tráfico de drogas en el parque, pero eso sí, ¡que se nos ocurra llevar sueltos a los perros que no tarda en venir una patrulla verde a sancionarnos!», se lamenta María Luisa, que desde su casa ve como el mercadeo de droga en el parque es constante.

Para Gote, ésta no es la primera vez que experimenta las consecuencias de la droga. Cuando era un cachorro, padeció su primer colocón, aunque esta vez, la situación fue menos trágica. «Una vez se puso a saltar y corretear con un grupo de chicos que estaba fumando porros junto al lago. Cuando volvió, ya estaba fumado», rememora Carlos, el hermano de María Luisa.

Los dos no dejan de acudir día sí, día también a la clínica. «Tenemos que ir todos los días mañana y tarde, para que no tenga sensación de abandono», dice la madre de ambos. Sea como sea, a Gote aún le esperan días duros. Los últimos informes revelan que el hachís le ha provocado una lesión medular que puede necesitar quimioterapia. No se sabe cuál es su esperanza de vida. Y sus dueños siguen preguntándose por qué pese a ser de la misma raza que el afortunado Pancho, el del anuncio de la Lotería, a su Gote la suerte le ha dado la espalda, ocupando las drogas su lugar.

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