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La Columna del Perro / DECIDE, EL PERRO O YO
Por: MVZ Miguel Dávila Dávila

Muchas veces me platican algunas personas en son de broma, que ya no llevan un perro más a la casa, porque me dicen me corre mi mamá, o me corre mi esposo o esposa, según sea el caso.


A veces esta sentencia no es en son de broma, sino muy en serio, como es el caso del “Zeus”, un perro de la raza Rottweiler propiedad de Angélica que nació en diciembre de 1998. Este perro al igual que muchos cachorros hiperactivos se enfermó de gastroenteritis hemorrágica, como a los cuatro meses de edad, poniéndose muy grave casi al borde de la muerte, y así en esas condiciones, fue que conocí al Zeus, y a Angélica su propietaria quienes venían remitidos por otro veterinario.

Aún grave como estaba el Zeus, ya mostraba su carácter fuerte y dominante propio de la raza Rottweiler, quienes son guardianes por excelencia. Por fortuna el cachorro evolucionó bien y días después lo dimos de alta, y desde entonces tenemos la fortuna de atenderlo, y dicho sea de paso el perro ha salido con buena salud en general, así que sólo lo vacunamos ocasionalmente, esto siempre con mucho trabajo, debido a su carácter altamente beligerante.

Como les decía el perro, creció y de ser un cachorro receloso y desconfiado, pasó a ser el guardián personal de Angélica, quien junto con su mamá y sus hermanos siguieron tratando al Zeus como si fuera un cachorrito.

Unos años después Angélica conoce a Francisco, de quien se hizo novia, y esta relación estuvo perfecta para todo el mundo, excepto para el celoso del Zeus.

Debo decir que Francisco, al igual que Angélica, son personas amantes de la naturaleza y de los animales, por lo cual fue fácil para Francisco tratar de ganarse la confianza y amistad del Zeus. Pero otra muy diferente era lo que pensaba y estaba dispuesto a ceder este imponente y hermoso Rottweiler, que no toleraba en su entorno personas ajenas a la familia.

El tiempo pasó y el noviazgo se formalizó, y poco tiempo después se casaron Angélica y Francisco, mudándose a su nueva casa y llevándose al Zeus a vivir con ellos, y ahí fue donde empezó el drama, cuyo título pudiera ser “Viviendo con el enemigo”, pues a esas alturas el Zeus, seguía sin tolerar la presencia de Francisco y menos aún ver que abrazara a su dueña.

Por su parte, Francisco como todo hombre reclamó su tiempo y su espacio en la casa, diciéndole a su ahora esposa, le voy a dar seis meses de plazo, para que el Zeus, me acepte a mí, en mi propia casa, voy a poner todo lo que esté de mi parte, pero si no logro convencerlo, entonces tendrás que decidir entre el perro o yo.

Angélica, entendiendo por supuesto la situación aceptó deseando en el fondo, que ojalá no hubiera necesidad de llegar a ese extremo.

Francisco, empezó por aventarle, pequeños premios de comida al Zeus a través de la ventana, y tiempo después a insistencia de sus cuñados salió al jardín junto con ellos a jugar pelota con el perro, para ir familiarizándose, hasta que una vez estando él solo, vio que el Zeus al salir al jardín le movió la cola en señal de aceptación, y acto seguido le dijo a su esposa tráeme la pelota para jugar con el Zeus y así fue como poco a poco se hizo amigo del enorme y celoso guardián.

En la actualidad el “convenenciero del Zeus” acepta a Francisco, porque lo alimenta y saca a pasear, pero aun así sigue conservando su carácter, es decir hace las cosas cuando está de “ganas”.

El tiempo pasó volando en la actualidad cuenta con diez años de edad, Angélica y Francisco están contentos, pues no fueron obligados a decidir, entre el “amor humano y el amor perruno”.

Y ahora para terminar una gota de filosofía.

El que ríe al último ríe mejor, pero casi siempre ríe solo.

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