Vida y muerte de un maestro de literatura
Por: Nelson Fredy Padilla
Eduardo Jaramillo Zuluaga, un Ph.D inspirador de escritores como Santiago Gamboa y Mario Mendoza, se congeló en un arroyo cuando intentaba rescatar a su perro.
Jill Gillespie, ‘Edo’ y ‘Dante’
Foto: Cortesía familiar.
La también profesora Jill Gillespie, junto a ‘Edo’ y ‘Dante’, días antes de la tragedia.
Gransville, estado de Ohio. La tarde del 23 de diciembre, Eduardo Jaramillo Zuluaga dejó por un momento los preparativos para la Navidad, se abrigó y salió a pasear con el hijo peruano de 11 años de su ex esposa. Los acompañó ‘Dante’, su mascota rottweiler. Cuando cruzaban el puente peatonal sobre un arroyo del sector de Raccoon Creek, no se sabe por qué el animal saltó al agua y quedó atrapado en el hielo. El profesor colombiano, presidente del Departamento de Lenguas Modernas en la vecina Universidad de Denison, se quitó la bufanda y la chaqueta, dejó a un lado la billetera y el celular, y se lanzó al rescate. Hace tres años encontró abandonado a ‘Dante’ y lo adoptó. Encarnaban “señor y perro”, como en la novela de Thomas Mann.
Se calcula que intentó alcanzarlo a nado durante cinco minutos antes de quedar inmovilizado. El niño quiso ayudarlos, se meti´ó al agua, pero ante la imposibilidad salió corriendo en busca de ayuda. Perdido y sin hablar ni una palabra en inglés los bomberos de Newark apenas pudieron llegar al lugar media hora después. El cuerpo del Ph.D en literatura del Washington University ya no tenía signos vitales. Era el frío del sepulcro, era el frío de la muerte, uno de los versos de José Asunción Silva que declamaba en los festivales locales y dejó grabados en CD-Room.
El reloj marcaba las 4:45, según el reporte policial del detective Cliff Biggers. Su hermano Germán piensa que “lo mundano le era tan indiferente que no midió el peligro al que se estaba exponiendo. Yo hubiera llamado a los bomberos. Él se lo pidió al niño cuando se estaba congelando”.
Mientras los rescatistas salvaban a ‘Dante’, que sobrevivió a la hipotermia de un cauce a 30 grados bajo cero, Edo, como lo llamaban con cariño sus allegados y alumnos, intentó ser revivido en una ambulancia y por el equipo médico del Hospital Licking Memorial. Tres horas de esfuerzo sin éxito.
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